Fracturas de Huesos.
El papel del Traumatólogo es colaborar con los procesos naturales buscando que esta curación se consiga en el menor tiempo y del mejor modo posibles. Fracturas de Hueso.
El objetivo final es que el paciente retome su nivel de actividad anterior al traumatismo, evitando complicaciones y secuelas.
Fracturas de Hueso.
Para ello, una vez que se ha producido la fractura, el Traumatólogo tiene que seguir tres etapas diferenciadas:
- Reducción: Se manipulan los fragmentos óseos para devolverlos a su posición original. Puede ser cerrada (sin apertura quirúrgica del foco de fractura) o abierta (con apertura). La primera tiene la ventaja de ser menos agresiva, si bien muchas veces no es posible obtener una reducción estable o anatómicamente perfecta. El abordaje quirúrgico del foco de fractura tiene la desventaja de ser más agresivo, pero permite una reducción más anatómica y el control de fracturas que, de otro modo, no se podrían devolver a su posición natural.
- Estabilización: Mantener estable la reducción en el tiempo. La estabilización se puede obtener por medios no quirúrgicos (yeso o tracción) o quirúrgicos (clavos, placas, tornillos, fijadores externos…).
- Rehabilitación: Devolver al segmento afectado su función con la mayor eficacia y rapidez posible.